Las conduje
Hasta la puerta de sus propios valles
Y levanté los edificios
Fue una época en la que no pude
Moverme un dedo
Porque serví para todos
Con gran aseo mental insospechado
Podían confiar en mí:
Yo no abandonaría a nadie
Ningún edificio, montaña o persona
Sería olvidada en el trayecto
En tanto yo la condujera
No entiendo como confiaron
En un hombre honrado
Pero incapaz de moverse un dedo
Cuando se es valiente
Se suele creer que a la vez
Se es omnipotente
Así pasa con Dios
¿Por qué no habría de pasar con todo?
Las equivocaciones y servir de mula
De carga por lo visto
Son cosas que finalmente sirven
Para rebrotes imprevisibles
Pues ahora siento una vergonzosa ternura
Por esa gaviota que pasa
Y que no sé quien es
Ni qué quiere
Más sé que me prolongo en ella.
Juan Carlos Lemus
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